lunes, 20 de mayo de 2013

DEBATE DEL MES: MAYO 2013


En la normativa vigente queda claro que la educación de adultos no  pretende una intervención temporal o parcial sobre la población adulta, sino una auténtica educación permanente, a lo largo de toda la vida y adaptándose a los nuevos tiempos.
En relación con la legislación actual reseño muy brevemente al respecto:
“El artículo 27 de la Constitución Española reconoce que todas las personas tienen derecho a la educación y establece los principios esenciales sobre los que se sustenta el ejercicio de este derecho fundamental.
Por su parte, el artículo 52 del Estatuto de Autonomía para Andalucía, aprobado por la Ley Orgánica 2/2007, de 19 de marzo, de reforma del Estatuto de Autonomía para Andalucía, establece las competencias que corresponden a la Comunidad Autónoma en materia de enseñanza no universitaria; el artículo 10.3 2.º garantiza el acceso de todos los andaluces a una educación permanente y de calidad que les permita su realización personal y social, y el artículo 21 explicita los derechos concretos que deben respetarse y garantizarse en esta materia.
(…)Si el objetivo del sistema educativo hace un par de décadas era escolarizar y dar cultura a la población, al menos, hasta los dieciséis años, ahora la sociedad exige nuevos retos educativos ligados a una educación de mejor calidad para todas las generaciones, con mayor cualificación profesional, con más titulaciones superiores, con más impulso a la educación a lo largo de la vida y con la incorporación de nuevas competencias y saberes”.
La educación de adultos tiene unas características muy concretas que hacen de ella algo bastante diferente a las demás etapas o modalidades educativas. Podríamos enumerar algunas características que la identifican:

1ª Abarca un amplísimo sector de población. Tenemos alumnos desde 18 años hasta alguno con más de 80.
En este punto podemos decir que si unimos el envejecimiento de la población, el “fracaso escolar” (me gusta más decir alumnos que no han titulado y que necesitan otra oportunidad) y la situación actual de crisis, obtenemos como consecuencia un aumento considerable de alumnado en los Centros de Adultos.
2º La mayoría de Centros de Educación Permanente son pequeños: 1, 2 ó 3 maestros. Cuando hay más profesores se reparten y comparten las tareas y funciones. Pero muchas veces hay que hacer de todo (orientador, psicólogo, administrativo, maestro, …) y dar clases de las materias más variadas (Historia, informática, lengua, inglés, matemáticas, …).
¿No cabría esperar una mayor especialización entre los profesores de adultos? ¿No debería estar establecida la propia especialidad como maestros,as de educación permanente?
3º La campaña de captación y de mantenimiento del alumnado.
Esto sí que es un hecho importantísimo en la Educación Permanente. Si no hay alumnado, no hay educación. Por eso hay que traer los alumnos,as al Centro, ir a por ellos, primero; y mantenerlos, después.
Un grupo en septiembre de 30, si llegan a junio 20 ó 25 es un éxito total (me refiero aquí sólo de la asistencia; evidentemente hay que evaluar otras muchas cosas en el proceso educativo). Si el grupo baja de 15 a final de curso, algo ha fallado.
4º Algo característico de la Educación Permanente, normalmente, es la gran cantidad de actividades culturales que se realizan que enriquecen y complementan la tarea más propiamente académica y de clase. Estas actividades las podríamos dividir en tres niveles:
Personal: mejora de autoestima, emociones, crecimiento personal,..
Cultural: visita a museos, asistencia a conciertos, viajes, …
Social: encuentros, fiestas, convivencias, …
5º  Existen grandes diferencias entre los Centros de adultos entre sí: Distintos  horarios (mañana o tarde); diversidad de cursos u oferta educativa que tienen los Centros. Ésta viene determinada por la cantidad y cualificación del profesorado y por el número de habitantes de la población.
6º Gran flexibilidad referida, por ejemplo, a fecha de matriculación o reestructuración del horario del Centro.
7º El alumnado resulta de vital importancia en el proceso de aprendizaje. Éste aporta su experiencia, necesidades, intereses. No es un mero receptor o almacén de saberes, sino un comunicador más y creador –constructor- de conocimientos.

Refiriéndonos a los alumnos o alumnas que acuden a los Centros de Adultos, ¿podríamos establecer lo que llamaríamos “el perfil del alumnado de educación de adultos”?
Tendríamos que considerar, más bien, dos grupos o perfiles diferentes:
 a) Mujer de unos 27 años (65% de mujeres frente a 35% de hombres. Entre 18 y 40 años). En este grupo estarían:
-Las enseñanzas para obtención de titulación (Graduado de secundaria).
-Preparación para acceso a un Grado Superior y acceso a la Universidad para mayores de 25 años.
-Aprendizaje de inglés, español (para inmigrantes) u otra lengua.
De estos grupos, la permanencia del alumnado en el Centro es de un año o dos como mucho.

b) Mujer de unos 55 años (85% de mujeres y 15% de hombres; entre 40 y 70 años). Estos grupos están formados por:
-Personas que quieren aprender a leer, escribir y de cuentas.
-Alumnos,as  que están interesados en mejorar la lecto-escritura, ortografía, cálculo, rellenar impresos, redactar escritos y otros conocimientos básicos.
-Personas que desean mejorar su nivel de formación. Tienen inquietudes muy diversas, sobre todo de tipo cultural.
En estos últimos grupos, su motivación es el aprender por aprender, sin interés en titulación alguna. Estuvieron pocos años escolarizados o nada.
En estos tres últimos grupos, los alumnos/as suelen estar más de dos años.
En el momento presente la Administración da prioridad a los grupos descritos en el apartado “a” y se va limitando la permanencia en los centros a los grupos del “b”.
Las consideraciones generales y estadísticas de grupos se refieren, de manera estimativa, a la SEPER de Bormujos.

Quería plantear algunas preguntas, para terminar, en relación con la Educación Permanente:

¿No estamos simplificando demasiado la educación de adultos al reducirla básicamente y enfocado todo a la obtención de títulos?
¿Cabría una mayor implicación de las empresas privadas en la formación profesional de los adultos?
¿Cómo podríamos poner en valor para tener en cuenta aspectos sociales – no académicos que realizamos los Centros de Adultos? Léase: mejorar la autoestima del alumnado, crear habilidades sociales, posibilitar acceso a bienes culturales de la sociedad, por ejemplo.
¿Los ayuntamientos deberían tomar parte e implicarse más en la educación de adultos?
¿Se podría mejorar la oferta de educación permanente, especialmente en los pueblos pequeños?
¿Cómo crear hábitos y aficiones relacionadas con la lectura, escritura; desde la infancia y también en la edad adulta?
¿Cómo favorecer la alfabetización digital de la población adulta, muchas veces alejada de estas nuevas tecnologías?
¿Podríamos considerar una alfabetización en sí el facilitar el acceso a la cultura: teatro, música, zarzuelas, cine, museo, charla, etc?
¿Tenemos unos contenidos y programas adaptados a las necesidades e intereses de los adultos, en nuestro tiempo?
¿Existe flexibilidad suficiente para que el profesor de adulto adapte el currículo a la realidad que tiene delante? ¿Cada año, en cada centro, con cada grupo, ante las múltiples situaciones de cada alumno?
Espero que mejoremos entre todos esta modalidad educativa; y, así, poder ofrecer una oportunidad adecuada a las necesidades de la sociedad.

Manolo Mora
Jefe de estudios de la SEPER  de Bormujos

1 comentario:

  1. Hubo un tiempo en que la Educación de Adultos se concibió como una verdadera educación para la vida, para entender la sociedad y participar en ella. Aquello tuvo hasta premios de la UNESCO, después se quebró y ahora discurre por parecidas líneas que el resto del sistema: exámenes, títulos, tecnocracia.....
    En cualquier caso, comparto las preguntas y temo las respuestas.

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