jueves, 20 de mayo de 2010

BORGES Y LA GLOBALIDAD EN LA ENSEÑANZA


Borges cita una aporía china en la que tres invidentes son llamados a describir un caballo. El que ha palpado la cola lo describe sedoso y delgado. El segundo, que ha tocado el vientre, lo imagina avacado y oval; y el tercero, que ha explorado el cráneo, se imagina una figura de enormes ollares calientes. Así, se cumple nuestro conocimiento del mundo, mediante el tacto indirecto e impreciso de sus partes, sin que podamos vislumbrar el producto total de su geometría. Borges también enunció que si se nos fuera dado ver el mundo en su totalidad, y no con la indefinición de sus partes, lo comprenderíamos sin remedio (Ruiz García, 2000). Una enseñanza que percibe y transmite una realidad parcelada —incompleta — al discente, es una educación sesgada y ciega como la imagen mental que tenían los tres invidentes del equino. La percepción que Platón tenía de la finalidad educativa era enseñar a desear lo deseable (Marina, p. 82, 2007). Para seducir ese deseo del discente se antoja necesario conectar con los intereses del alumnado mostrándole no una realidad parcelada e incongruente con su manera sintética de percibir el mundo, sino un entorno globalizado e interdisciplinar, pertinente con su visión sintética de las cosas, ya que un alumno “puede aprender cualquier conocimiento siempre que se le enseñe de forma honesta y adecuada” (Bruner, 1987)

(Introducción de un trabajo publicado en la revista Tándem Monografía de Educación Fisica de Graó Editorial sobre cómo integrar un proyecto globalizador con un mismo centro de interés en todos los niveles de un centro educativo. Consulta integramente el trabajo (p. 36-45)


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