lunes, 7 de marzo de 2011

DEBATE DEL MES: MARZO 2011













   De nuevo PISA regresa para hablar de las carencias de nuestro alumnado. De nuevo las manos a la cabeza por lo mal que están en alguna de las áreas (este año le ha tocado otra vez el turno a la comprensión lectora; el pasado creo recordar que fue a la competencia matemática, que ahora va “bien”). Uno de los “sabios” quiere ponernos tutores a los docentes; los docentes, cómo no, protestamos por ponerse en tela de juicio nuestra labor. Las familias de nuestros alumnos protestan por casi cualquier cosa. Y el alumnado, esas PERSONAS pequeñas (o no tan pequeñas) que entran en nuestras aulas cinco horas al día, van tirando como pueden.
   Pero los resultados, sean de PISA o no, están ahí. La lectura cae, la comprensión lectora (por ende) cae, de la expresión escrita mejor ni hablamos (primero habría que saber expresarse oralmente), competencia matemática, social y ciudadana, cultural y artística… no se salva ni la digital, y eso que los pequeñuelos y pequeñuelas navegan por internet que da gusto para buscarse juegos o películas. La cosa anda mal y ya no sabemos a quién echarle la culpa. Bueno, yo siempre se la echo a los mismos, el problema es que no hablan y, para ser tan silenciosos, la mayoría del magisterio obedece puntualmente lo que dicen.
   Hablo de los libros de texto. Esos fajos de encuadernado papel con letras y dibujitos que dicen lo que hay que hacer para que nuestros alumnos y alumnas “aprendan” algo supuestamente vital sin que tengamos que pensar demasiado en cómo enseñarlo gracias a las guías didácticas que ya nos lo dan hecho. Recuerdo un capítulo de la serie “Los Simpson” en los que Lisa (inteligente ella) esconde los libros de los maestros con las respuestas a los ejercicios para crear el caos en el colegio; lo simpático es que funcionó, lo preocupante (que me quitó la risa de golpe) fue darme cuenta de que si ocurriera realmente más de uno y más de una estarían irremediablemente perdidos. Y si ya hacemos desaparecer todos los libros de texto de un colegio… se gastarían todos los folios haciendo copiados de los libros de la biblioteca, dictados medio improvisados o el ya famoso “dibujo libre” durante toda la jornada. ¿Alarmista?, quizá lo sea, pero nada como los extremos para ver la parte media. Además, que ya lo he vivido en un final de curso, cuando al recoger los libros para la valoración de su estado hubo quien preguntó con angustia que “qué iba a hacer una semana sin libros”. Más que alarmista creo que es alarmante.
   Nos defendemos (vamos a meternos todos) alegando que hay que tener una guía docente, pero para eso está la Legislación, con contenidos y criterios de evaluación a tratar en cada una de las áreas (por cierto, que también debemos evaluarnos a nosotros mismos y poco o nada se hace de eso). Sólo habría que pararse un poco y dedicarle un tiempo (ese que perdemos en casa corrigiendo cuadernillos de cuentas sin sentido alejadas de la realidad del niño) a PROGRAMAR y hacerlo con la realidad que tenemos en el aula, adaptando las propuestas a los niveles que tengamos en clase. Se supone que es lo que nos enseñaron a hacer durante la carrera de Magisterio y que en las oposiciones demostramos que sabíamos hacer.
   Claro, la editorial de turno nos da ya el trabajo hecho… o mal hecho. Una serie de actividades dirigidas y simétricas en las que hay que rellenar huecos, rodear dibujos, letras o palabras, dibujar o colorear algo… Actividades cuyas respuestas poco o nada dependen de las vivencias individuales de nuestros alumnos. Con eso creemos que ya han aprendido todo lo que tienen que aprender y lo han aprendido todos… o no. Porque los ejercicios son únicos para todos para facilitar nuestra labor, si tenemos un alumno que no llegue al “nivel medio” de la clase, éste se queda atrás, y si hay otro que lo supere… se aburre. Y la excusa de que las editoriales ya dan recursos para ellos… seamos realistas, un par de fichas por unidad no solucionan nada. ¿Peor sería si no hubiera fichas para ellos? No, lo peor es que no las hacemos nosotros, que somos quienes conocemos (se supone) a quien las necesita y sabemos (nuevamente se supone) lo que necesita.
   Cuánto hay que aprender de esas y esos docentes (sobre todo en Infantil) que se dedican a crear su propio material, en cuyas aulas no reina el funesto silencio, sino que animan al alumnado a expresarse (para que otros ordenen silencio y más tarde protesten porque esos discentes silenciosos no saben expresarse). Esos maestros y maestras que llenan sus aulas llenas de color e imágenes, con distintos rincones para cada tarea donde sus alumnos interiorizan realmente los conocimientos al mismo tiempo que los valores, manipulando y vivenciándolo todo a través de su cuerpo, trabajando por grupos, repartiéndose ellos mismos las tareas, pensando antes de hablar y hablando para decir algo…
   Pienso igualmente a diario en ese tipo de docente deprimente de libro de texto que tanto abunda, que parece que sólo sabe lo que el libro le cuenta. Ese docente que acalla cualquier comentario o pregunta que suponga ampliar los contenidos con respuestas del tipo “eso ahora no toca” o “sois muy pequeños para eso”; respuestas que esconden la espantosa realidad de la ignorancia sobre un asunto que se supone debemos dominar. Pero ahí está ese libro de texto salvador que nos facilita dicha ignorancia. Ese libro de texto tan poderoso que no sólo impide que el alumno aprenda, sino que además atonta al maestro que decide conformarse con sus pobres contenidos dados a toda prisa porque “hay que acabar el libro y no me da tiempo”.
   Trabajamos, no lo olvidemos, con el futuro y, lo que es más grave, con el futuro de otros. De nosotros depende que nuestro alumnado sea capaz de enfrentarse a algo que aún no existe y para eso no es suficiente con enseñar lo justo. Debemos ser conscientes de la enorme responsabilidad que tenemos y actuar en consecuencia. No es nuestra vida laboral la que está en juego, es la de nuestro alumnado y somos y seremos responsables de lo que les ocurra después.  





















Manuel M. Rodríguez
Maestro del C.E.I.P. "Sto Domingo de Silos"

8 comentarios:

  1. ¡Ea! Asunto arreglado... Metemos a las maestras y maestros de la guardería (perdón...preescolar) en aulas de Primaria.
    ¡Cómo no se me había ocurrido antes!

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  2. Uy,ha dicho preescolar. No, por favor, Educación Infantil es una etapa con identidad propia. No es "pre" a ninguna otra etapa. Por cierto, algunas maestas de Infantil que hemos pasado a Primaria aún echamos de menos a esas PERSONITAS.

    Si creía haberse equivocado con lo de guardería, mejor dar a DEL o SUPR en el teclado, pero se ve la intencionalidad manifiesta. Yo cada vez tengo más claro que las guarderías están muchas veces en casa.

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  3. El tama es muy importante y espero que nos haga reflexionar sobre nuestra labor docente y nuestra implicación en ella.
    La mayoría de los maestros y maestras tanto de Infantil como de Primaria ( no se salva nadie),reducen su labor a la realización del libro de texto. ¡Ah!, también amplia con fichas.
    No se trata de esto. Deberíamos ampliar nuestra labor y utilizar el libro de texto como material complementario y no como nuestro dictador en el día a día.
    Hace tiempo, un grupo de compañeros y compañeras tanto de Infantil como de Primaria están cambiando esta forma de trabajar.Con lo cual, tengo la esperanza que en un futuro no muy lejano la forma de enseñar y de aprender sea algo diferente y mejor que la de hoy en día.
    ¡Ánimo a todos!
    Nada es imposible.
    Lo único que tenemos que tener es ilusión y ganas de seguir aprendiendo como maestro que somos.

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  4. Aunque no todos los maestros y profesores funcionan así, aunque no para todos el libro es una receta magistral, felicito al autor del artículo por señalar un aspecto que me parece fundamental: la escasa autonomía, creatividad y adaptación a los problemas y situaciones reales que viven nuestros alumnos, tanto en infantil, como en primaria, secundaria y bachillerato. Las adaptaciones se intentan ajustar más al "qué es lo que me van a pedir" si digo que este alumno está adaptado que a las necesidades reales del alumno. Otras veces las adaptaciones son genéricas, sirviendo para muchos alumnos diferentes e incluso para diferentes años. Y qué decir de los alumnos que tienen interés, motivación, agilidad y se aburren, desperdiciando su tiempo y su inteligencia, que se va adaptando a la ausencia de retos quedando adormecida. No hay excusas, ni el sueldo ni los padres ni los alumnos para hacer de la educación, de la enseñanza, lo que esencialmente es: algo vivo, que introduce a la persona en su mundo desde diferentes perspectivas y niveles, que despierta su curiosidad y le ofrece herramientas no sólo para sobrevivir, sino para llegar a ser lo mejor que pueda ser en la única vida que va a vivir. Enhorabuena a todos los que cada día tenéis la oportunidad de hacer algo así. Ánimo y felicidades a los que ya lo hacen. Y sí, por supuesto soy consciente de que desde diferentes ámbitos, empezando por el político y terminando por los propios alumnos y familias, estamos faltos de apoyo ( tradúzcase "tiempo", "medios", "confianza" y mucho más). Menchu.

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  5. En primer lugar, me gustaría agradecer el ejercicio de autocrítica.
    Y quisiera reflexionar sobre la frase "Las familias de los alumnos protestan por casi cualquier cosa" porque me parece un poco injusta. Las familias que los maestros o el equipo directivo de un centro conocen, suelen representar una mínima parte del total de padres y madres. Y precisamente, se dan a conocer porque tienen un problema que intentan solucionar. Por eso, generalizar es, repito, injusto y además genera rechazo. Las familias y los profesionales buscamos lo mismo. una enseñanza pública de calidad y el bienestar de los alumnos y nuestra responsabilidad es producir alianzas para hacer entender al "sistema" que no vamos en la dirección correcta.

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  6. Felicito al autor de este debate...ya era hora de que alguno de nosotros hablara del tema tan traido y llevado de los "libritos de texto". Pero como todo, no es bueno generalizar. El tema "pica".

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  7. En líneas generales, estoy de acuerdo con el texto del debate y algunos de los comentarios. No creo que sea un problema de Infantil-Primaria ni tampoco de generar un sobreesfuerzo para los maestros teniendo que hacer casi libros de texto paralelos. Desde mi punto de vista, tengo claro lo siguiente, salvando excepciones por supuesto:
    1) Los libros de texto se han convertido en amos y señores de las aulas, en contenidos, metodologías, actividades y evaluación.
    2) En muchos casos, además, no responden a planteamientos curriculares adecuados (véase enseñanza de la Lengua, por ejemplo).
    3) Para colmo de males, su gratuidad los ha incorporado, incluso via Estatuto de Autonomía, al paisaje inamovible de la escuela. Algo socialmente positivo ha afectado gravemente a la innovación y renovación educativas.
    4) No se trata de hacer libros de texto alternativos, ni pagan a los maestros para ello, sino, a mi parecer de dos cuestiones que dejo a debate: PRIMERO. Tener claras las finalidades de las materias en una enseñanza OBLIGATORIA y actuar en consecuencia respecto a selección de contenidos, metodología, evaluación.... Es decir, antes del libro de texto el maestro debe decidir y definir ciertas cuestiones sobre la materia que va a dar y usarlo en coherencia con ellas. SEGUNDO. Crear materiales y banco de recursos EN EQUIPO y como proyectos de centro. He ahí como ejemplo, los proyectos lingüísticos en marcha y la WIKI DE RECURSOS recientemente creada.
    Lo que no puede ser es el entreguismo cómodo y fácil al libro de texto convertido en el REAL Y CIEGO proyecto curricular del centro.

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  8. Pienso que éste es un interesante y, a la vez, valiente debate: cuestionar la supremacía del libro de texto.
    Teniendo en cuenta los tiempos que corren y que un alto porcentaje de nuaetros alumnos poseen, gratuitamente, un ordenador, quizás sea el momento de "destronar" al libro de texto. Dejarlo, simplemente, como libro-guía y que páginas web interesantes, la creación y lectura de blogs por nuestro alumnado, las presentaciones de diapositivas, etc. complementen la tarea docente. Es decir, se trata de que el alumno deje de ser un sujeto pasivo y se convierta en el hacedor de su propio aprendizaje, encontrando respuesta a interrogantes que no vienen en los libros de texto.
    Internet es un mundo inmenso que hay que conocer y saber desenvolverse en él. El profesor ahí tiene mucho que decir, sirviendo de orientador.
    Démósle rentabilidad a esos portátiles y coloquemos al libro de texto en el lugar que le corresponde ante una enseñanza de calidad propia del siglo XXI.

    Teresa

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