martes, 27 de septiembre de 2011

...nosotros, FAMILIA y COLEGIO unidos.


Me gustan los primeros días de colegio cuando los profesores y los padres no adoptan ningún tipo de rol de posición.

Los papis saludamos con cariño a los profesores de siempre y a los nuevos, conociendo la labor que desempeñarán a lo largo del curso. Les confiamos a nuestros tesoros para que aprendan a ser  mejores personas. Son nuestros auténticos héroes. 
 
Por otro lado, el trabajo excesivo del profesorado en los primeros días , cumpliendo con las exigencias de Delegación, Séneca, del propio centro, … se ve mitigado, cuando aparecen en los pasillos del colegio las caritas sonrientes de los padres y de los niños con las primeras consultas, con las primeras clases ; al fin al cabo , eso es lo que quiere hacer un profesor.


Pero poco a poco, aparecen en escenas las exigencias, las necesidades de mejora, las tareas sin terminar, las notificaciones,... y con ello empiezan a generarse roles posicionales. Los papás, a veces, nos sentimos juzgados por el colegio cuando nuestros hijos no están a la altura de lo que pretende el profesor. No encontramos claros los cauces de comunicación con el centro, dudamos de si seremos bien recibidos o escuchados y pronto será en la puerta del centro donde se debata abiertamente nuestro subjetivo parecer, convirtiendo ese espacio en una especie de bolera cuyo juego consiste en derribar en una sola tirada el mayor número de bolos delante de todos. Con una sola tirada, con un solo comentario destructivo, caen al suelo la autoridad, la confianza, el trabajo a conciencia de algunos profesionales. Los niños empiezan a sentir, a intuir, a oler la desconfianza o sencillamente a escuchar, en boca de otros adultos, expresiones que desmerecen la profesionalidad de sus profesores . Cuando el alumno llega al aula y el profesor le habla, le explica o le corrige,... no siempre encuentra la autoridad que necesita ver para aprender, con lo que fácilmente trasgreden normas y se desvían del camino a seguir.
Muchos padres conocen a la perfección esta realidad, esta verdad, y tratan en privado las diferencias con los profesores, preguntan cualquier tipo de duda que necesitan aclarar, apoyan las actuaciones educativas propuestas por el centro, tutores y profesores y sus hijos cada año, no siempre sin dificultad, aprenden a confiar en quienes les guían, superando con éxito cada peldaño que les lleva a una óptima formación.

La autoridad es, sin duda, una de esas herramientas con las que los adultos debemos trabajar para educar a los niños y no podemos debilitarla con desacuerdos. Nuestros hijos deben saber que su papá y su mamá tienen el mismo discurso para educarlos, y aunque no es fácil consensuar, es vital porque porque únicamente así podemos hacer creíble nuestra manera de enseñarles. De esta misma manera, familias y centros escolares deben trabajar unidos ofreciendo todos los recursos que tengamos a nuestro alcance para potenciar aquello que les enriquece y haciendo desaparecer o minimizando, aquello que interrumpa su crecimiento como personas bien preparadas para vivir en sociedad.


Os invito a todos, colegios y familias, a caminar en esta dirección:

Tratemos a susurro y en privado nuestras diferencias, y hagamos públicos nuestros acuerdos. Gritemos con firmeza que respaldamos cada decisión familiar o escolar y gritémoslo tan fuerte , que nuestros hijos lo escuchen alto y claro y no encuentren grietas por las que dejar escapar , ni siquiera mínimamente, la convicción de que no hay atajos, pero sí un único camino posible, el del trabajo, el esfuerzo diario y la constancia. Detrás de ellos y mientras caminan, empujándolos unas veces y quizás, recogiéndolos del suelo otras, siempre apoyándolos en su andadura , NOSOTROS, FAMILIA Y COLEGIO UNIDOS.

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