jueves, 6 de octubre de 2011

DEBATE DEL MES: OCTUBRE 2011













Me piden que colabore con un artículo (yo lo llamaré, simplemente un escrito) que sirva de debate del mes en nuestro maqroll…. Y, porque es un amigo quien me lo pide me voy a atrever a hacerlo pero no teniendo la seguridad de que realmente acierte con lo que se me pide. Allá va:

D. Miguel Jadraque
EL CP. “PADRE MANJÓN” Y LA EDUCACION EN BORMUJOS 1.979
Bormujos, pequeño pueblo del Aljarafe sevillano, allá por el 79 del pasado siglo, no terminaba nunca de pasar de los 4.999 habitantes y no lo hizo oficialmente hasta bien entrados los 80. Era curioso, por tanto observar como la población oficial del pueblo se mantenía en aquellos números cercanos a los 5.000 (sin sobrepasarlos) y al mismo tiempo comprobar, in situ, como la población escolar iba en aumento cada curso.
Yo os voy a contar mi experiencia del primer año (1.979-80). Por cierto, creo recordar que fue el primer año que funcionó en Bormujos la Educación Preescolar (se abrieron 3 unidades de 5 años). Estaba en vigor la EGB
“In illo tempore…”, y os lo pongo como ejemplo, mi primer destino en el Colegio Público “Padre Manjón” (único centro educativo del pueblo) fue el de tutor de 8ºC (el 8º D le correspondió a un interino), como veis en esto hemos cambiado poco, en todo caso en que ahora sería “el de apoyo” y el 8º A y B a dos compañeros con mayor antigüedad en el centro. Siguiendo con lo anterior, el director de entonces nos entregó a los 4 tutores de 8º de EGB una lista con el nombre de 142 alumnos. “Ahí queó” que diría un capataz ante un paso en Sevilla.  Y, añadió: los clasificáis en cuatro unidades y os ocupáis de darles todas las materias y no quiero problemas. Vamos, que eso es lo que hay.
 Yo, recuerdo que a aquellos angelitos, hoy extraordinarios exalumnos y alumnas (incluso padres y madres de alumnos de hoy) les impartí Ciencias Sociales, Francés y Educación Física. Bueno, Gimnasia se llamaba entonces, y para que os vayáis haciendo una idea, la Gimnasia la impartía, creo recordar, los miércoles por la tarde de 15:00 a 16:30 en el campo de la feria antigua de Bormujos, donde hoy se encuentra la Escuela de Adultos, antes Primer aulario de Preescolar del pueblo, con la mirada atenta de todos los vecinos del pueblo que se les apetecía dirigirse allí, y por supuesto sólo a los niños (y esto es verídico).
 Ni que decir tiene que allí, en aquellas cuatro tutorías había alumnos de 14, 15 y 16 años. Entonces se repetía 8º y se convertía en el cajón-desastre, como comprobaréis después hasta que se aprobaba o hasta que se cumplían los 16 años y ya no podías seguir en lla escuela. Os cuento que los clasificamos en 4 tutorías con 45, 45, 36 y 16 alumnos respectivamente y los programas que se impartían eran de 8º puro, 7º puro, 6º-5º y mucha lectura, mucho copiado, mucho dictado, mucho cálculo en la última por cada uno se los cuatro profesores que por ella pasábamos. Por supuesto en todas ellas se mezclaban niños y niñas y edades distintas. Pasado el tiempo siempre me he preguntado como pudimos salir vivos de ese 8º D cuyos alumnos tenían que estar de sus profesores hasta el coco (lengua-matemáticas-lengua-matemáticas  y así, pues, los 170 días lectivos.
 ¿Os imagináis todo esa mezcolanza de 9:30 a 13:00 y de 15:00 a 16:30 de lunes a viernes?. ¡Ah!  y sin recreo, pues había que cumplir unos horarios que lo único que nos permitía era un pequeño descanso entre las clases de 2ª y 3ª hora. Yo os puedo asegurar que terminó el curso y aparte de aquellos tres compañeros con los que compartí alegrías y penas también, pocos más llegué a tratar íntimamente con la excepción de tres o cuatro compañeros del colegio.
Entonces ya era considerado un colegio muy grande que sobrepasaba con creces los 600 alumnos y se acercaba peligrosamente a los 700 (línea 3 incompleta, pero con 4 unidades en 8º, sólo se repetía en este curso, y 3 unidades de Preescolar), con un plantilla de unos 28 profesores/as, sin apoyo, ni PT, ni AL, ni “ná” de “ná” (los alumnos presentaban las mismas características de los de ahora), incluido en ellos un director del extinto cuerpo de directores, buena gente. Yo, personalmente, hice muy buenas migas con él, pero con mucha frecuencia le comentábamos que como no tenía nada que hacer, se entretenía en pensar qué nuevos documentos y estrategias, según él, había que realizar en el colegio para mejorar la enseñanza y así de paso cabrear al personal que al final era el que realizaba el trabajo. Hoy, un director tiene bastante con el Plan de apertura, las ausencias del día, la rotura de persianas o el arreglo de dos grifos y otras muchas nimiedades para ponerse en pensar en lo anterior (os lo digo yo, que….).
No he hablado o he dicho poco de los alumnos, pero la verdad es que creo que fueron mucho más llevaderos que aquellos que con la misma edad pasaron a los Institutos con 12, 13 o 14 años, cuando se inició la enseñanza primaria y la secundaria. Un único dato estadístico: De aquellos 142 alumnos, creo que unos 90 “obtuvieron” (pensar en las comillas) el Graduado Escolar, de los que apenas 14 ó 15 continuaron estudios en el Instituto y sólo, de memoria, 4 o 5 estudiaron estudios universitarios; 23, se marcharon por cumplir la edad y el resto repitió. El 8º del año siguiente seguía siendo un cajón-desastre.
Y, por último, la inspección. Si la inspección también existía en aquel tiempo. Para ellos, creo, eran tiempos mejores. Me precio de haber tenido y tener algunos amigos entre ellos, los inspectores, pero solo quiero haceros un  comentario y lo reflexionáis. Había desde el que llegaba a la clase y te pedía el carnet para tomar tus datos personales, saludarte e irse; del que llegaba y te pedía aquello que entonces se llamaban “las programaciones” (recuerdo que escritas a mano y en un cuaderno de cuadritos), las leía, se apartaba al final de la clase, te observaba, te saludaba y se iba; el que hacía lo mismo pero te esperaba a la hora del recreo y te felicitaba o te daba determinado consejo como poder hacerlo mejor; el que sabiendo que era tu inspector, ni siquiera lo conocí y por último el que estando realmente encima de ti, te ayuda y te orienta, sobre todo de cómo hacerlo mejor.
Os comento que entonces estaban en auge las APAs, sin M. No me entretengo mucho, pero siempre las consideré hasta pasado bastante tiempo, trampolín de candidatos a políticos y desarrollaban mas bien una labor social en el centro (la venta de libros de texto a sus propios hijos). Después, eso sí, eran bastante críticos con la labor de los docentes, si se les daba pie para ello. En el día a día de la escuela, generalmente eran casi exclusivamente las madres las que tenían determinada relación con el maestro.

Este fue mi primer año como maestro en mi colegio. Quizás, en otra ocasión pueda contaros como fue mi primer año como director. Llegó en 1982 y duró 29 años. Espero no haberos cansado con las “batallitas”

Miguel Ángel Jadraque Castellano
Maestro Nacional (¡ojo!: es ,lo que dice mi título)

3 comentarios:

  1. Me parece importantísimo para la historia real de la educación que se escriban estas historias personales: De maestros, directores, inspectores... incluyendo sus propias vivencias como alumnos. El último Cuadernos de Pedagogía se dedicó a Historias de maestras. Así que animo a escribir a los que han vivido el sistema desde dentro primero como alumno y después como profesión. Así que esperamos esa historia como Director Miguel. Y siempre me gustaría responder a esta pregunta: ¿Realmente han cambiado tanto las cosas en la educación?

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  2. Respondiendo a la pregunta de Pedro, creo que sí han cambiado las cosas. Algunas para mejor y otras para peor. Como alumna formé parte de la generación de los 70-80 (terminé el COU en el 89/90)y empecé mi labor docente en el 96. He vivido la experiencia (para mí maravillosa) de convivir en el aula con 45 personas que no requerían de la atención continua y personal (físicamente al lado, quiero decir)del profesor. Aprendí a buscar lo que no me quedaba claro por mí misma, a preguntárselo a los compañeros, a compartir explicaciones, a respetar el trabajo de los demás con mi silencio o mi atención cuando lo exponían (que conste que me hubiera encantado hablar con mis amigos mientras el profesor explicaba, eso es lo que a uno le gusta a esa edad). Me estimularon y motivaron de muchas maneras, entre ellas con premios tan simples como el reconocimiento del trabajo bien hecho (en privado y ante los compañeros), la posibilidad de ocupar el tiempo que me sobraba tras aprovechar el que me habían dado para trabajar leyendo o utilizando juegos educativos (pero siempre en silencio, sin molestar a los demás). Durante el BUP "sufrí" lo que significa estar en una clase de 48 donde hay alumnos que no quieren estudiar, que hablan continuamente, retan al profesor, entran y salen de las clases tras expulsiones encadenadas...
    El resultado: mi rendimiento bajó, mis resultados académicos bajaron, mi motivación entró en crisis. En tercero de BUP y COU la cosa afortunadamente cambió. En las clases seguíamos estando más de cuarenta, pero prácticamente todos teníamos muy claro que el futuro estaba ya allí.
    Como profesora viví el BUP/COU y la ESO y el bachillerato. Y pienso que la educación ha cambiado mucho. En el día a día, en la labor docente, en la vida diaria del alumnado, en la percepción y la relación que los padres tienen con los centros. Algunas de los errores del pasado sistema han sido subsanados. Gracias a ello, hoy muchos alumnos disfrutan de posibilidades que nosotros no hubiéramos podido imaginar (entre ellas una orientación eficaz o la detección y tratamiento de diversos problemas que afectan al niño y adolescente y que antes les impedía seguir su formación).Pero la educación debe seguir cambiando para mejorar en lo mejorable, que es mucho y adaptarse a las nuevas necesidades que nuestra sociedad demanda. Menchu, IES Los Álamos

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  3. Don Miguel, no sé exactamente lo que le han pedido, pero yo he disfrutado leyéndolo. Ha despertado mi curiosidad: Espero más "batallitas"
    Un saludo y feliz retiro.

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