martes, 3 de enero de 2012

DEBATE DEL MES: ENERO 2012













Con la presente reflexión se pretende  una aportación, que no sé si será clarificadora, sobre la experiencia vivida en primera persona, durante un curso académico, respecto a lo que hoy en día nos trae a todos los claustros de profesores, y no me extraña porque la verdad yo no le veo ni pies ni cabeza, a ocuparnos en horas y horas de intensas discusiones. No es otro tema más que  “la evaluación de las  competencias básicas”.
    Bueno, os cuento. El centro en el que viví tal experiencia era de nueva creación y, como tal,  empezó funcionando con la nueva normativa en cuanto a la organización de los centros. También querían que se comenzara evaluando por competencias. A esto, vosotros diréis … ”¡pero eso lo hemos hecho todos! Ya, pero no de la misma forma, aquí todos teníamos que evaluar todas las competencias. Imaginaros el caos.
    El primer problema que se planteó fue elaborar unos ítems que fueran genéricos y que pudiéramos utilizar todos desde nuestras materias; una quimera,  ya os lo digo yo, pues después de un millar de interminables reuniones salieron tres ítems por cada competencia, y salieron porque tenían que salir, no porque estuviéramos convencidos de ellos, al menos yo.
    Puesto que ya teníamos nuestros ítems,  ahora teníamos que ir a nuestro día a día con ellos, y entonces se me ocurrió plantear una circunstancia que a mí me parece de una lógica aplastante, bueno a mí y a las matemáticas. Tres ítems por ocho competencias básicas, son 24 ítems, hasta aquí sin problemas (lo mismo para todos). Pero amigo, el problema está y gordo para aquellas asignaturas que cuentan con dos horas a la semana. Con horario completo tenemos un mínimo de nueve cursos con una media de 30 alumnos, por lo que yo, por poner un ejemplo,  al año trabajo con aproximadamente 270 alumnos por 24 ítems. En total salen unos 6480 datos, que tendría que recoger para evaluar a mis 270 alumnos. O sea,  que en lugar de simplificar el trabajo para que los docentes dediquemos el mayor tiempo posible a innovar, buscar o crear contenidos significativos y motivadores para nuestros alumnos, nuevas tecnologías, etc. ,  nos lo complican cada vez más.
    Ni que decir de las evaluaciones. Aparte de eternas, duraban casi dos horas por curso (y solo teníamos cuatro primeros de la ESO en todo el centro) eran poco clarificadoras y con muchas dificultades para plasmar en un papel algo tan genérico como lo son las competencias básicas.
     Otro tema que es incongruente es el de la doble evaluación, numérica y por competencias, en la que se puede dar el caso que un alumno suspenda la materia de Lengua Castellana y Literatura y tenga adquirida la Competencia Lingüística. Y yo planteo ¿no sería un alumno competente  simplemente si aprueba la materia de Lengua y Literatura Castellana?
    En fin:  creo que se le están buscando tres pies al gato y que la realidad del fracaso escolar  y su mejora reside en otro sitio.

Jorge Rojas Romero
Profesor EF IES Los Álamos


4 comentarios:

  1. Para empezar, la evaluación como proceso educativo se está dirigiendo exclusivamente como medio de medición, de calificación, de asignación al alumno de un nivel dentro del grupo. Si bien la perspectiva de evaluación como sinónimo de medición no es nueva, ya existen numerosos estudios en revistas de impacto internacional que certifican que la evaluación utilizada como medio formación genera más aprendizaje en el alumnado que la evaluación calificadora(instrumentos de coevaluación, autoevaluación...) En cualquiera de los casos, y aunque la evaluación por competencias es mucho más integradora (y por tanto más global que la mera asignación de una nota), se dan circunstancias como las que comentas: la imposibilidad de llevar a cabo una evaluación tan exhaustiva en áreas con tan poca carga lectiva.

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  2. Nos guste o no y aunque deseemos otra escuela y luchemos por ella, lo cierto es que la escuela ha sido siempre sinónimo de examen. Examinar para clasificar, jerarquizar, ordenar, certificar quién sabe y quién no, quién titula y quién queda marginado de la carrera académica, que al final es también social.
    Por otro lado, el discurso de las competencias no procede del mundo de la escuela, es externo a ella. Viene del mundo económico-empresarial en el que se buscan "perfiles competentes " para el mundo laboral. A ello se une, la obsesión cuantitativa de medirlo todo y, por tanto, no evaluar lo que no se puede medir cuantitativamente. Examen, competencias (en el sentido económico) y obsesión por la medición conduce a situaciones tan esperpénticas como la descrita en el texto.
    Otro tipo de evaluación, mas formativa y educativa, y otras competencias, mas cualitativas y humanistas, deberían ser posibles pero me temo que vamos en la dirección contraria.

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  3. Tal vez evaluar por competencias no sea tan complicado,como cambiar la mentalidad del exámen y la clase magistral. Las competencias vienen a recordar que el alumnado es la suma de muchas cosas, y que no debemos centrarnos en un sólo aspecto. Si lo analizamo bien, siempre hemos evlauado muchos aspectos, la expresión, la capacidad de trabajo en grupo, la capacidad de trabajar... y ahora lo llamamos competencia social, aprender a aprender o autonomia. Si trasladamos nuestra práctica diaria a cada competencia dándole el peso adecuado a cada una, evaluaremos al alumnado en su totalidad. Para hacerlo hay que modificar nuestra práctica diaria, quizás descuidamos agunos aspectos. Cada materia se centra en un aspecto determinado, y no hay que buscar indicadores interminables, simplemente trasladar nuestra práctica diaria a cada competencia modificando algunos aspectos.
    Innovar en clase centrandónos en un sólo aspecto no tiene sentido. Mis experiencias con el trabajo en competencias son muy buenas y gratificantes, y demuestran siempre que el alumnado es capaz de hacer cosas de las que no los creiamos capaces, y esta es lamayor innovación de todas.
    Carolina Clavijo Aumont
    I.E.S JUAN CIUDAD DUARTE

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  4. Hola:

    Yo creo que examinar es decir un examen no debería de serlo todo; entonces Daniel GOleman y su inteligencia emocional... La competitividad entre alumnos/as no es nada bueno: el aprendizaje debe cambiar por supuesto innovar, pero creo que aprobar solamente por tener buenas notas: no estoy de acuerdo el buen alumno debe de tener de todo es decir lo primero saber trabajar en grupo; tener empatía y cooperar a la hora de hacer un trabajo en grupo no valorar solamente la nota de un examen no hace al buen estudiante sino la práctica a la hora de tener que hacer un trabajo en grupo.

    Saludos.

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