“El aprendizaje en la escuela debe ir dirigido a formar personas
autónomas, críticas, con pensamiento propio.”
Buen eslogan para una reforma, aunque
parece que buena parte de las medidas adoptadas estuvieran ideadas justamente
para conseguir lo contrario. Por no mencionar el hecho de que esta reforma
quizá no suponga realmente una clara mejora respecto de la legislación objeto
de reforma en aspectos tales como los que resalta en su introducción: mayor posibilidad
de elegir y por tanto menor fracaso por la flexibilidad que contiene, diversas
pruebas de diagnóstico (para mejorar la calidad sin disminuir la ratio) entre
primaria y secundaria, de las que algunas son vinculantes y otras no (a promoción
y titulación). Finalmente, la propaganda inevitable a las TIC y el
plurilingüismo que queda en eso, mera propaganda, empeorando si acaso la
situación actual, sobre todo en el ámbito de las TIC.
1. ¿Por
qué decimos que esta reforma no potencia
el desarrollo de personas autónomas, críticas, con pensamiento propio? La
reforma educativa comienza eliminando dos materias de la ESO y una de
bachillerato basadas en el reconocimiento de la autonomía personal y la
responsabilidad ciudadana fundada en la reflexión crítica, el compromiso
democrático y la tolerancia y desoyendo las recomendaciones de la UNESCO (
Programa “Aprender para el S. XXI”) y de la ONU (“Proyecto revisado del plan de
acción para la primera etapa -2005-2007- del programa mundial para la educación
en derechos humanos”). Nos referimos a
la Educación para la Ciudadanía de tercero de la ESO, materia que contaba con
una hora semanal y la Educación Ético Cívica, que contaba con dos, así como la
Historia de la filosofía de segundo de bachillerato, asignatura dedicada al
análisis profundo de los problemas clave de la humanidad desde sus orígenes
hasta la actualidad ,desde la raíz y asomándose a nuestro horizonte futuro
“sobre hombros de gigantes”. El argumento mantenido desde hace años y que se ha
esgrimido para justificar tal eliminación ha sido el de un supuesto
“adoctrinamiento” desde dichas asignaturas. Y claro, ahora habría que aclarar
varias cosas. Primero, que una materia donde se fomenta la reflexión, la
crítica, el razonamiento lógico para defender tesis, el debate y la apertura de
miras no es desde luego el mejor marco para adoctrinar. Pero como, al fin y al
cabo, adoctrinar es muy fácil, podría ser que como en matemáticas, historia,
biología, música o literatura, se acabaran vertiendo en el alumno “doctrinas”.
Claro que eso ya no depende de la materia, sino de quien la imparte, y la
solución a esto ya no resulta tan aceptable, sobre todo cuando paralelamente se
obliga a los alumnos a “escoger” entre doctrina cristiana o valores ciudadanos
y constitucionales. No sé, pero para un alumno, tener que elegir entre aprender
ser un buen ciudadano y ser fiel a su religión no debe ser fácil. Supongo que
para un padre, que se lo debería tomar con menos ligereza y frivolidad que un
estudiante adolescente, la cosa se pone al menos paradójica. A menos que se
tenga muy claro que lo que tu hijo aprende en religión católica es al menos lo
mismo que lo que aprenden los de la otra opción. Y entonces no entendemos la
duplicación de materias. O bien que los valores ciudadanos y constitucionales
están un escalón por debajo de las leyes de la iglesia, perteneciendo al mismo
campo (es decir, incluyen el anterior y ofrecen un plus). Realmente la reforma
educativa llega a decir que el alumno que quiera cursar las dos puede hacerlo.
Pero a nadie se le escapa que ningún alumno quiere horas de más y que a nivel
organizativo eso es un lío de los gordos.
2. ¿Mejora
la reforma porque tenemos mayor posibilidad de elegir? Esta afirmación se basa
sobre todo en la creación de dos itinerarios diferentes para realizar 4º de ESO
(con carácter “propedéutico”), dentro de uno de los cuales existen a su vez dos
posibilidades. Es decir, los alumnos, cuando llegan a cuarto de secundaria
podrán optar por un cuarto de “enseñanzas académicas” o bien por un cuarto de Iniciación
a la Formación Profesional. Los dos conducen a la obtención del título de la
ESO y la única diferencia sobre el papel en cuanto a asignaturas troncales es
que los alumnos del cuarto de Enseñanzas Académicas deberán cursar las “Matemáticas
Orientadas a Enseñanzas Académicas”, mientras que los que están en “Iniciación
Profesional” harán lo propio con “Matemáticas Orientadas a las Enseñanzas Aplicadas”.
Desconociendo ahora mismo el contenido exacto de dichas materias, la situación
no difiere mucho de la actual en cuanto a que en cuarto, los alumnos que
quieren hacer un bachillerato de ciencias deben matricularse en matemáticas B y
otras materias como Física y Química, es decir, más dirigidas a este tipo de
bachillerato, mientras que los alumnos que vayan a proseguir sus estudios por otra opción, se
matriculan en las llamadas “matemáticas fáciles” o A y asignaturas como Latín o
Plástica y Música. En cuanto a las materias de opción, las posibilidades, en el
caso de la variante “académica”, están bastante cerradas y vinculadas al
bachillerato que se vaya a elegir posteriormente (Biología y Geología/ Física y
Química entre otras para los alumnos que quieran cursar el Bachillerato Científico
y Latín, Matemáticas aplicadas a las CC. SS y otras para los que hagan el de
Humanidades y CC.SS). En la variante “profesional” tenemos mayor opcionalidad,
desde Música a Educación Plástica pasando por Cultura Clásica o Artes
Escénicas.
Cualquiera que ahora mismo imparta clases en tercero y
cuarto de la ESO sabrá identificar sin mucha ayuda en estas dos variantes
anteriormente mencionadas los tres itinerarios que ya suelen seguir los alumnos
en función de su evolución académica hasta ese curso y de sus expectativas de
futuro. La diferencia, que no es poco importante, está en que ahora mismo los alumnos pueden no sólo obtener el
título de la ESO, sino proseguir una vez obtenido este por la vía que más les
interese, escuchada la valoración y orientación del equipo educativo y
orientación. Si bien es cierto que los alumnos que han cursado un cuarto de “de
ciencias” o de “humanidades” (incluyendo el latín) suelen matricularse en el
bachillerato de la opción elegida en cuarto (opción que les sirve para adquirir
conocimientos y habilidades que desarrollarán e implementarán en el
bachillerato); y que los alumnos que no hacen cuarto por ninguna de estas
ramas suelen elegir un bachillerato de
ciencias sociales o un ciclo formativo, no obstante, la opción escogida en
cuarto no les cierra las puertas para futuras opciones. Puede que se las
dificulte, pero no se las cierra. Sin embargo, a pesar de hablar de mayor
optatividad y flexibilidad, la reforma educativa limita el acceso de los
alumnos según la vía por la que hagan 4º. Es decir, los alumnos que cursen el
4º de Enseñanzas Académicas y que se examinen de la evaluación final por dicha
opción podrán optar a un bachillerato, mientras que los que cursaron la rama
“aplicada” y realizaron la evaluación final en dicha modalidad no podrán
acceder a bachillerato, sino a ciclos formativos.
Además, la prueba nacional de Evaluación Final de
cuarto se mira con cierta sospecha por parte de los docentes por diversas
causas. Para empezar, porque choca frontalmente con la atención a la
diversidad. Si los exámenes son los mismos, ¿tendrán las mismas oportunidades
de titular alumnos que por sus circunstancias sociales, económicas, familiares
u otras hayan recibido una enseñanza adaptada a su diversidad? Tengamos en
cuenta que hay centros enteros que podrían verse afectados por esta circunstancia
y a los que después se les pedirá una rendición de cuentas por los resultados.
Por otro lado, el contenido de las pruebas y su diseño corre a cargo del
Estado, pero de la realización de las mismas y de su corrección no se sabe aún
quién se hace cargo. Si los centros disponen de esas pruebas con anterioridad,
¿no se pueden trabajar, por decirlo de alguna manera, con anterioridad
falseando así el resultado? Hay quien apunta incluso a la posibilidad de que
los centros privados, empujados por los requerimientos de algunos
padres-clientes, alcancen de alguna manera no ortodoxa mejores resultados.
3. En
cuanto al bachillerato no hay grandes cambios en primero, aunque es llamativo
que los alumnos ya no tengan que elegir entre Religión y alternativa (igualmente
en segundo), ya que la Religión aparece como una optativa más entre 12
posibles. Sin embargo, en segundo de bachillerato desaparecen de las troncales
asignaturas como Historia de la Filosofía (extraño para una reforma que
propugna la reflexión y la autonomía de pensamiento). Al finalizar el
bachillerato los alumnos no obtendrán el título de bachillerato, sino que
tendrán que superar una prueba nacional en la que se examinarán de las
troncales y de algunas específicas salvo Religión y EF. La nota del bachillerato
se ponderará como mínimo con un 60% y la de la prueba nacional con un 40%. Y en
este punto nos encontramos con los mismos problemas que en el caso de la Prueba
Nacional de 4º. Sin embrago, algunos docentes consideran que en este caso la
gravedad es menor ya que se trata de estudios de grado medio optativos. En
cualquier caso también está la opinión de quienes sostienen que con este tipo
de pruebas aumentará el nivel de preparación e implicación de alumnado,
familias y profesorado ya que el tener que enfrentarse a una prueba externa a
la que se vincula la titulación supone un reto para todos.
4. En
lo que respecta a la formación profesional, seguirán los tres modelos, la
básica, media y superior. Se accederá a la básica si se tienen cumplidos los 15
años durante el año natural en curso o no se superan los 17 en el momento del
acceso o durante el año natural en curso; haber cursado el primer ciclo de ESO
sin estar en condiciones de promocionar a 4º o excepcionalmente haber cursado
el 2º curso de ESO. El acceso a ciclos de grado medio se producirá si se está
en posesión de la Titulación de Graduado en ESO, Título Profesional Básico,
Título de Bachiller o superior o estar en posesión de haber superado todas las
materias del bachillerato. Haber superado un curso de formación específico para
ciclos de grado medio y tener 17 años cumplidos en el año de finalización del
curso. El acceso a los ciclos formativos de grado superior se realizará si se
posee el título de bachiller, un título de ciclo superior, la acreditación de
haber superado todas las materias del bachillerato y, además, superando una
prueba de acceso. O bien superando dicha prueba si se tienen 19 años cumplidos
en el año de realizar la prueba. La titulaciones que se obtienen a través de
cada ciclo son las mismas que antes de la reforma.
5. Queremos
hacer referencia a la constante alusión a las TIC y al plurilingüismo sin
proponer nada concreto que mejore la situación actual de ninguna de las dos. Reiteradamente
se habla del uso de las nuevas tecnologías en la enseñanza y de que en las
clases de primera lengua extranjera se use el castellano como apoyo. Dicho así
podría parecer que actualmente las clases de primera lengua extranjera se
imparten en español (esperemos que no) y que los alumnos no cuentan con
programas de asistentes extranjeros, como en realidad ocurre. Además, numerosos
centros participan del bilingüismo. En cuanto a lo de las TIC, si la cuestión
es usarlas, eso ya se hace o se puede hacer al menos. Incluso evaluamos las
competencias en TIC y existen en diversos cursos asignaturas relacionadas con
ellas, como informática y tecnología. Sin embargo, con la nueva reforma
educativa la asignatura de Tecnología queda mermada.
6. Por
último nos gustaría hacer un análisis exhaustivo del papel del Consejo Escolar
o de la dirección de los centros, cosa que supondría empezar por explicar todo
el contenido de la reforma. Nos haremos eco, para que sirva de espoleta al
debate, de dos medidas:
a) Un
paso velado en defensa de los centros que ofertan educación diferenciada por
sexos al dejar claro que no constituye discriminación. Está claro que si se les
enseña lo mismo y de la misma manera no constituye discriminación en cuanto a
los contenidos, pero en cuanto a los procedimientos y actitudes mantenidas en
dichos centros en el proceso de enseñanza aprendizaje, así como de la privación
de la posibilidad de aprender en igualdad como humanos, cooperando, tratando al
otro como un igual y superando las diferencias de género (el sexo es una
cuestión biológica y como tal ha de ser entendida), de eso no se habla.
b) Los
directores de centros que participen en proyectos de calidad podrán:
-
Establecer requisitos y méritos específicos para
los puestos ofertados de personal funcionario docente, así como para la
ocupación de puestos en interinidad.
-
Rechazar, mediante decisión motivada, la
incorporación a puestos en interinidad de personal docente proveniente de las
listas centralizadas.
-
Cuando exista vacante y financiación adecuada y
suficiente, proponer de forma motivada el nombramiento de profesores que,
habiendo trabajado en los proyectos de calidad, sean necesarios para la
continuidad de los mismos.
Mª del Carmen Merchán
Profesora en el IES Los Álamos
Completo y exhaustivo análisis de los cambios de la LOMCE en Secundaria. Me gustaría introducir un comentario para provocar el debate: La Lomce supone una clara disminución de la comprensividad en la ESO y un adelanto importante de los itinerarios diferenciadores. ¿Realmente la mayoría del profesorado de Secundaria se opone a esa disminución y ese adelanto? O mas bien lo apoya aunque en realidad usaría otros medios pero, en el fondo, están de acuerdo con el fin último.
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