viernes, 4 de febrero de 2011

DEBATE DEL MES: FEBRERO 2011













Sirva esta introducción como primer acercamiento o toma de contacto con la naturaleza del texto, así como con el autor y su época.
Tal como señala Gregorio Cámara Villar, tanto en el prólogo como en la contraportada de esta edición del libro, "El florido pensil" es la narración vital y quintaesenciada de lo que fue la (des)educación de varias generaciones de españoles de la posguerra en clave nacionalcatólica, un espejo fiel del fascismo postizo del régimen y de la básica estulticia de los constructores y divulgadores de su ideología". Podemos considerar "El florido pensil" un relato de lo que fue el sistema educativo, y por extensión la sociedad española, en la España franquista. Así mismo pone al descubierto los procesos manipulativos e instructivos de que hizo uso el régimen, tanto en el sistema educativo como en la radio, prensa, televisión, cuando la hubo, y otros canales, impregnándose totalmente en la sociedad. Baste recordar la asignatura Formación del Espíritu Nacional, que formó parte del currículum hasta después incluso, de la muerte de Franco, para calibrar el adoctrinamiento que supuso la enseñanza en España durante más de 40 años.
Así mismo en palabras del prologuista, podemos decir del autor de "El florido pensil", Andrés Sopeña Monsalves, que "se empeñó en pertenecer a esa generación que en los sesenta se apuntó a cambiar el mundo y que en nuestro país se concentró en plantarle cara al franquismo". Andrés Sopeña es profesor de la Universidad de Granada.
En cuanto a la época del libro decir que fue escrito en el 94, podemos considerarlo pues actual, aunque por su portada, en una primera impresión, de la sensación de tratarse de un libro antiguo y de no muy grato recuerdo.
COMENTARIO
"El florido pensil" está escrito en clave de humor, con grandes dosis de ironía, ya en la introducción, el autor ironiza sobre la trascendencia de la televisión en la vida social y familiar de la época en la que se implanta, como bien de consumo, en los hogares. Cabría decir que hoy sigue jugando un papel similar, que sigue distrayéndonos con sus concursos, que sigue adormeciendo conciencias, que sigue manipulando opiniones, etc.
Se plantea la función socializadora de la familia como una de sus funciones básicas más allá de las reproductivas, o de cuidado de los recién nacidos. La familia como canal de transmisión de valores, tradiciones y normas. Y ante el cansancio de los padres por sus diferentes trabajos, la televisión asume el papel educador que le correspondería a aquellos.

El autor ilustra con una serie de problemas matemáticos, cómo era una enseñanza con claro matiz aleccionador, que inculcaba valores morales y éticos, que animaba al ahorro, a la rectitud en las costumbres, que condenaba la bebida. Una enseñanza repetitiva y poco significativa, ya que los alumnos no podían conectar lo que estudiaban con su experiencia diaria. Y el castigo, el miedo permanente al castigo, el deseo perpetuo a no salirse de lo común, a no llamar la atención del maestro. El inconveniente de cuestionar algo de lo planteado por libros o maestros. La verdad absoluta que hay que creer por que si. La función domesticadora, más que socilizadora, por encima de todo.
Y con la religión más miedo. Miedo al castigo eterno, al infierno, al fuego eterno, a la venganza de Dios. Miedo a la muerte, a la propia y a la de los seres queridos. Miedo a incumplir las normas, a pecar, a ofender a Dios. Miedo a la justicia divina. Y miedo al demonio.
Apoyándose en diferentes textos, argumenta la defensa que se hace de la diferenciación de la sociedad en clases sociales estancas, donde los ricos han de seguir siéndolo, y los pobres han de aceptar de buen grado su suerte sin desear los bienes ajenos. Se alaban la virtud de la pobreza, del trabajo, de la honradez, de todo lo que suponga sumisión al poder, acatamiento del orden establecido, rechazando, a su vez, todo planteamiento que suponga una reconsideración de la justicia social. Justicia social que es sustituida por la caridad. No cabe la igualdad de oportunidades. El heroísmo ante las dificultades en general y ante la pobreza en particular.
Narra como los tebeos eran parte integrante de la "formación integral". Los españoles más listos que nadie, más sagaces y valientes. Y, eso si, un poco violentos, porque a falta de razones, nada mejor que un mamporrazo. Con el cine se ayudaba a dilucidar quiénes eran los buenos y quiénes los malos, es decir, los blancos de un lado y los negros, indios, amarillos de otro. En esto no hemos avanzado mucho, puesto que seguimos con el mismo cine americano, con el mismo etnocentrismo, con el mismo racismo, eso sí, ahora más sutilmente y sin confesarlo tan meridianamente. Capítulo aparte le merece, más de lo mismo, el rechazo frontal a judíos y musulmanes. Que son gente mala y de poco fiar.
Igualmente, Andrés Sopeña, sustenta con diversos textos, el afán de presentarnos una España emprendedora, aventurera, descubridora, conquistadora e imperialista, elegida por Dios para la trascendente misión evangelizadora de América.
Acabando la tercera parte del libro, se revisa la visión dada sobre la Guerra Civil, que como es lógico, no fue otra que la de los vencedores, liderados por el salvador, por el caudillo, que lo fueron contra rojos, judíos y masones, apoyados estos por Rusia. Y la visión política, que condena el liberalismo, el cual defiende la libertad de conciencia, de pensamiento y de enseñanza, libertades todas reprobables. Que condena el socialismo, el comunismo y el anarquismo, así como a la democracia. El poder ha de ser para aquellos que están preparados para ejercerlo, y no para el pueblo, con lo que se le hurta a éste la libertad que supone la toma de decisiones y la asunción de responsabilidades.

CONCLUSIONES
"El florido pensil" podemos considerarlo un libro simpático, anecdótico, curioso, lleno de humor, que nos incita a la nostalgia por lo vivido o por lo que nos han contado, que nos remonta a un pasado nada lejano e imprescindible para entender nuestro hoy individual y social.
A quienes conocimos, si no la leche en polvo, la leche en botellitas de vidrio a la salida de las clases de la tarde antes de irnos a casa, a quienes tuvimos que poner la mano para recibir los palmetazos de rigor por nuestros fallos de memoria o de conducta, a quienes cantamos el "cara al sol" sin apenas sabernos la letra y cuando ya casi en ningún colegio se cantaba, quienes nos educamos viendo la cara del general Franco a todas las horas del día, incluso a las doce, cuando rezábamos el Angelus, a quienes recitábamos la tabla de multiplicar de memoria, a quienes nos aprendimos de memoria la "Canción del pirata" de Espronceda, a quienes veíamos interrumpida la sesión de cine del domingo en los Salesianos, nada más aparecía un beso que no fuera en la frente o la mejilla, etc. etc. etc., lo narrado ha de sernos muy cercano, como muy nuestro.
Con su importante carga de humor, nos hace dudar de si el libro es para reír o para llorar. Ahora sabemos que nuestra educación fue en muchos aspectos castrante, parcial, coactiva, de verdades a medias o de grandes mentiras, jerárquica, militarista, que nos llamaba a la abnegación y al sacrificio, a veces cantábamos: "Somos soldaditos del niño Jesús, en vez de la espada llevamos la cruz...", clasista, y claro, hemos de compatibilizar el humor con el coraje de sabernos estafados, en época tan importante de nuestra vida, sin defensas intelectuales, al abordar el recuerdo al que el libro nos remonta.
España fue Una, porque no se admitía más que una manera de pensar, una doctrina, un credo, porque se condenaron las otras formas de entender la vida, la política, la sociedad, la familia, etc., y una forma de gobernar: el poder autocrático que representaba Franco, y los poderes fácticos, Iglesia, capital y ejército. Pero no fue Grande, ni mucho menos Libre. "... cercenó para todos los escolares cualquier posibilidad de información sobre las "otras" teorías políticas, sobre las "otras" filosofías, sobre las "otras" religiones, sobre las "otras" interpretaciones de nuestra historia..." . Si la educación nos hace libres, la desinformación, la deseducación nos esclaviza, nos priva de la libertad. La sublimación de la obediencia, la tradición como encorsetadora, la familia como elemento coactivo, canalizador de unas conductas e inhibidor de otras, la jerarquía, la autoridad, la disciplina, como valores supremos, nos vedó la libertad.
La enseñanza se convirtió en un instrumento de justificación, incluso de potenciación, de una sociedad estratificada y de una desigual distribución de la riqueza o los bienes. Y junto con ella, la familia y la sociedad. Todas juntas fueron escuela del ¿Qué le vamos a hacer? La vida es así. Resignación, aceptación de las desigualdades -educativas y económicas-, de las injusticias, del orden establecido -en lo social, en lo económico, en lo político-, conformismo y sobre todo sumisión. Apoyada por la religión, que también fue instrumentalizada, asociando Dios a la conquista, quedaban justificadas las actitudes imperialistas. Reforzando todas las doctrinas del estado con las propias doctrinas, la Iglesia se hacía coparticipe del poder.
Y otros músicos de la orquestada oligarquía del franquismo, de los que no va, en esta ocasión, el tema.
El libro resulta una pincelada, habría mucho más que escribir y que analizar. Podemos decir para terminar, que su lectura resulta agradable y recomendable.

Pedro Luís Capitán de Cala
Profesor en el IES Juan Ciudad Duarte

8 comentarios:

  1. Leí el libro y es cierto que refleja a la perfección lo que fue la escuela franquista o de cualquier dictadura con el nacional catolicismo al fondo. Lo refleja incluso con humor, el de la distancia y casi el esperpento.
    Tan sólo me gustaría precisar dos ideas para el debate:
    - Cuando miramos hacia atrás siempre corremos el peligro de acabar pensando que cualquier tiempo pasado fue ...PEOR. O dicho de otro modo, mirar con satisfacción el tiempo presente y "lo mucho que hemos avanzado". De alguna forma, el poder así lo hace siempre, el pasado endulza el presente.
    - ¿Ha cambiado tanto la escuela en sus funciones esenciales? Me explico. La sociología crítica de la educación (Leer Carlos Lerena) siempre ha defendido (y demostrado) que la finalidad esencial de la escuela es la conservación y reproducción de la estructura de clases sociales. Y ello lo hace por dos vías: La inculcación ideológica de que cada uno tiene lo que se merece porque la escuela les dota de "igualdad de oportunidades" y, en general, la inculcación del capitalismo como productores y consumidores; la segunda vía sería la selección social a través de una doble o triple red de escolarización y de convertir el fracaso escolar en la ocultación del fracaso social, es decir, el fracaso escolar se ceba en los grupos sociales desfavorecidos fundamentalmente.En suma, la escuela consolidaría la desigualdad social.
    De acuerdo con lo anterior, y reconociendo lo mucho que ha cambiado la escuela en "formas externas", ¿podemos decir que han cambiado sus funciones y finalidades básicas?

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  2. Dejando a un lado la dirección y la temática "sexual", el contexto "escolar" de esta película ilustra muy bien el sentimiento "transcendente" del El Florido Pensil y las connotaciones sufridas en la educación de muchas generaciones.

    http://www.youtube.com/watch?v=Sz2B5RL7fQQ

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  3. Lo que ocurre Fernando es que la película de Almodóvar, desde mi punto de vista, es UNA INMENSA OCASIÓN PERDIDA, para denunciar LA VERDADERA MALA EDUCACIÓN de los colegios religiosos franquistas.

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  4. Cierto (a la dirección le interesaba la temática de la represión sexual) , pero la foto del alumnado en formación geométrica en el colegio Salesiano es la que yo he utilizado para corregir a toda la comunidad edcuativa (alumnos, padres y docentes) que sigan invocando a la mal llamada "gimnasia" por la asignatura de Educación Física que imparto y que tampoco quedó indemne de la policía del pensamiento religioso.
    https://docs.google.com/viewer?a=v&pid=explorer&chrome=true&srcid=0B6_wynV2j6sGYTBlNmM4OGEtNjM3Yi00YjgwLWIzMDItYWYxNWRmOWUwODlh&hl=es

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  5. Ni he leído el libro, ni me eduqué en el sistema que critica, al menos no en su forma más hortodoxa. Sin embargo, considero muy útil este tipo de obras para concienciarnos de los caminos que la educación tomó y que no nos llevaron a buen puerto (bien porque nos hicieran infelices,paralizaran nuestra creatividad y capacidad crítica u otras causas). Como sabemos, "educar" proviene de "edoceo" (de "e" y "doceo"), que significa "enseñar", pero también "instruir". Como bien dice Pedro, la educación puede ser y ha sido "instrucción", catálogo perpetuante de las actitudes y valores que sostienen una determinada sociedad. La fijación de estructuras vitales es necesaria para sobrevivir. No nos es posible pensar si una imagen del mundo previa. Pero en tanto que somos seres abiertos, plásticos, que pensamos para adaptarnos generando así nuevos horizontes, la educación ha de superar la mera instrucción motivando actitudes de búsqueda, crítica, empatía, solidaridad y amor por las infinitas posibilidades del desarrollo humano.
    Menchu, IES Los Álamos.

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  6. Por aportar un pensamiento divergente,..., me siento interpelado en algunos comentarios de este mes que, si sirven como expresión de liberación, bienvenidos sean.
    Yo, y lo digo con plena conciencia, viví un SISTEMA LIBERADOR, germen de inculcación en mi vida por la transformación social, intentando el difícil equilibrio de ser consecuente entre la UTOPÍA y el CAMBIO DE UNA REALIDAD en la mayoría de las ocasiones injusta.
    Quizás mis maestros, algunos laicos y otros religiosos, maestros ante todo, participaban desde sus opciones personales, algunos de ellos desde la fe, en la creencia que estas cuestiones formaban parte de la educación en valores que nos transmitieron.
    Es por todos conocido aquello que "toda generalización puede acarrear injusticias" y, a veces, la expresión del pensamiento puede llevar el principio al extremo.
    Afortunadamente los tiempos pasaron, las instituciones han evolucionado y las formas van en la tendencia de dar respuesta a los retos del momento.
    No tengo muy claro si las funciones han cambiado o deberían cambiar, en este sentido creo que vamos recuperando nuestra misión esencial. Sin duda las finalidades van lenta pero inexorablemente en línea de cambio.
    Gracias a todos por retrotraerme a mi infancia y recordar tan buenos momentos COMPARTIDOS, al menos eso es lo que yo viví sin pretender que mi experiencia sea extrepolable a lo que quizás en algún momento pudo ser.

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  7. A la hora de analizar estas cosas, me parece interesante distinguir dos cosas: Una cosa es las actitudes personales que pueden ser encomiables y positivas (eso ni se discute ni mucho menos se deja de valorar) y otra el funcionamiento objetivo de un sistema educativo que, desde luego, estaba absolutamente controlado por la Iglesia católica en moral, costumbres, currículo..etc. y un régimen político que sabía que debía controlar a los maestros. Ello no quita que, dentro de ese sistema hubiera PERSONAS que intentaran otra cosas. Ambas cosas son ciertas, tan sólo que no hablamos de personas sino del funcionamiento del SISTEMA educativo. Segundo: Cuando recurrimos a LA MEMORIA, creo, que siempre debe ser útil, es decir, nos debe servir para algo (no el mero gusto del anticuario en el museo) en nuestro presente. La historia (memoria) o es útil o es mero esteticismo. Y esa utilidad viene de usarla en los problemas y luchas de nuestra realidad presente.

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  8. Hace unos años fuimos (con los alumnos del Centro de Adultos) a ver una obra de teatro al "Lope de Vega" de Sevilla. El título era "El florido pensil", adaptación de esta misma obra de Sopeña que aquí se comenta.
    El grupo de adultos, que en su mayoría eran niños en los años 60, disfrutamos de la obra de teatro (puesta en escena con sentido del humor) y pudimos reflexionar sobre el sistema educativo que existía en España en la época del franquismo.
    Por supuesto que recomendammos leeer el libro del que aquí se nos habla, ...
    Y para terminar, quería dejar una pregunta: ¿Crees que el ver teatro puede motivar la lectura? ¿Qué opinas?

    Manuel Mora

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